Prosa Poética

Baños de noche

 Si un día llevé la piel blanca y lozana que brillaba en las mañanas diáfanas de inigualables soles y brisas frescas, hoy llevo grietas y algunas manchas sobre mi cara, y en ella una boca curtida de inexorables y solitarias noches en las que resuena algún que otro nombre de mujer. En esos ecos como gritos contenidos, desahogo en trozos, su irreversible ausencia. Mis manos pequeñas pero fuertes, nada han podido construir, ni menos aún podrán trazar nuevos finales. Y aunque pequeñas mis manos pegan como el acero. Golpearon aquellos días que agotaron el sol que resplandecía sobre mis finos cabellos dorados, que hoy empalidecen grisáceos bajo la luz de la luna. No es que no tenga piernas, pues las tengo, es que ellas no me han llevado a ninguna parte. Hoy también pesan las nocturnas horas de bares y burdeles, de lunas llenas en las que solo se dibuja la figura inasible de ella. Hoy, baños de noche sobre mi piel iluminan piadosamente mi rostro y me embriagan hasta caer desvanecido en algún que otro banco de cualquier plaza en donde se sientan junto a mí los borrascosos recuerdos de un tiempo inerme, un tiempo que hecho añicos busca recomponer sus piezas rotas, y con él espero en vano que ella vuelva.

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