MICRORRELATO

 

BUSCAR LEÑA

 

buscar leña

 

El monte estaba insoportablemente húmedo después de la tormenta. La apelmazada hojarasca apenas crujía con el pisar de las botas. El hombre necesitaba leña. El cielo amenazaba con algunos relámpagos. El momento no era propicio para salir. Hilario era un hombre de carácter, obstinado, altivo.
El agua de lluvia ya había caído con intensidad y la corteza de los árboles se despegaba fácil, desgranándose al simple tacto. La madera estaba gomosa, blanda al primer hachazo. Cortó un solo árbol y eso le fue suficiente. Los peñascos de los cerros rasgaban el cielo que le presagiaba derrumbarse de nuevo, con grises oscurísimos aglomerados en pesadas nubes. Oyó un ruido a roca retumbar desde arriba y vio una gran piedra que se sacudió en una cumbre cercana, luego se movieron otras, y cayó un pedazo completo de cerro que se desmoronó cerca, cerrando el camino de regreso.
Como si la naturaleza le tendiese una trampa, se quejó, de la lluvia caer copiosa, de la noche acechar, del hambre que empezaba a apremiar. Siguió unos cuantos pasos más, pero era imposible abordar el camino. Sintió un escalofrío por su piel sudada, y se desplomó cayendo de rodillas a la tierra fría, inundada. En esa bucólica inmensidad sin tregua, el hombre finalmente lloró.

 

 

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